En las historias clásicas de buenos y malos, nos solemos encontrar al protagonista enfrentado a un villano rematadamente cruel, que habitualmente tiene como mano derecha a un secuaz, tan torpe y poco avispado, que acaba beneficiando a nuestro héroe. Y en las aventuras del Zorro, este papel de antagonista militar de Don Diego de La Vega que acaba aliado con él, no era otro que el orondo borrachín de apetito voraz conocido como Sargento García.
De ese personaje secundario toma su nombre artístico Bruno García, un músico de origen español criado en un barrio popular de una gran urbe en Francia que lo expuso a una mezcla de ritmos y el alcance internacionalo de cuyo proyecto –Sergent García en francés- es el fruto del buen trabajo de promoción de las músicas alternativas que el país vecino lleva poniendo en marcha desde hace tiempo.
En el caso de Sargento García, ese impulso discográfico y ese reconocimiento del público (que quizá pudiésemos resumir en que “está de moda”), se refleja en cuatro álbumes publicados a lo largo de diez años de carrera. Este precursor del “
salsamuffin”, que conjuga el reggae y la salsa, recoge la fusión de sonidos latinoamericanos como la cumbia junto a influencias de jazz y hip-hop y el sonido de la calle, el pulso de los barrios; y acompaña su música mestiza de una amalgama de letras sobre las alegrías, las penas, los amores, los sinsabores y las luchas de nuestro tiempo.
En este disco, desde la primera rola se sinte el ruido positivo de esta agrupcion, neta para ponerse a bailar sin parar.
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